Search
Close this search box.

,

Siete terribles casos de discriminación en la historia #DíaInternacionalDeLaCeroDiscriminación

Millones de personas en el mundo han sido víctimas de algún tipo de discriminación, trayendo afectaciones severas sobre su forma de vivir

La discriminación es una práctica cotidiana que consiste en dar un trato desfavorable o de desprecio inmerecido a determinada persona o grupo, a consecuencia de alguna característica física o forma de vida.

La elección diaria que hacemos sobre cosas tan simples como la ropa que usaremos o la música que nos gusta, nos vuelve personas discriminatorias y víctimas de discriminación ante los ojos de los demás.

Cuánto más cuando nuestras diferencias raciales, de edad, sexo, condición económica, religiosa, civil, de salud o de preferencia sexual, provocan que los demás nos excluyan, restrinjan o segreguen de la participación social-colectiva y armónica.

A lo largo de la historia, millones de personas en el mundo han sido víctimas de algún tipo de discriminación, trayendo afectaciones severas sobre su forma de vivir, ya sea desde la pérdida de sus derechos más fundamentales, aislamiento, violencia y hasta la muerte.

En el marco del Día Internacional de la Cero Discriminación, te compartimos las siete historias más terribles de racismo y discriminación en la historia.

Los casos de racismo se han dado a lo largo de la historia; situaciones en las que se humillaba, insultaba o golpeaba a otras personas por ser de diferente raza, cultura, religión, clase social, etc.

Bessie Smith

Conocida como la “Emperatriz del blues”, fue la cantante de blues más popular de los años 20 y 30 en Estados Unidos,​ y la más influyente en los cantantes que la siguieron.

Bessie falleció el 26 de septiembre de 1937 desangrada por culpa de la segregación “legal” que se vivía en el país estadounidense.

La cantante, victima de un accidente de coche, fue trasladada por la ambulancia a diversos hospitales de Mississippi en búsqueda de una transfusión de sangre, pero al ser una persona negra muchos de ellos le negaron el tratamiento.

Al arribar al hospital para negros de Clarksdale, los médicos no pudieron hacer nada por el brazo de Bessie y tuvo que ser amputado, cayendo en shock y muriendo durante la madrugada.

Hechos como este dieron lugar al movimiento de la igualdad de Derechos de la Razas liderados por el pastor Martin Luther King.

Elena Gorolová

Esta mujer romaní fue esterilizada sin su consentimiento, luego de haber dado a luz a su primer hijo.

El médico que llevó a cabo el procedimiento lo hizo bajo el criterio de que el estado no deseaban que hubiera más “hijos de gitanas” en los hospitales de la República Checa.

Ella es una de las cuatro mujeres romanís-checas víctimas de la esterilización forzada, destinada a reducir su alta tasa de natalidad durante la época comunista de la extinta Checoslovaquia.

Esta práctica fue abolida oficialmente en 1993, pero de acuerdo con la European Roma Rigths Center, se mantuvo hasta los años 1990 y 2000, siendo el último caso conocido en la República Checa en el año 2007.

Elena se volvió activista y contó su historia a través de una hobra de teatro titulada “Historias que (Nunca) Deben Comenzar”.

Creuza Oliveira

Nacida en una familia de trabajadores rurales pobres y sin educación, comenzó su vida como trabajadora doméstica en Bahía cuando solo tenía 10 años de edad. Al no poder compaginar estudios y trabajo, tuvo que abandonar la escuela.

En el trabajo, Oliveira fue golpeada y humillada en numerosas ocasiones. Si se le rompía algún objeto del hogar era llamada mona, negra, perezosa o cualquier tipo de insulto despectivo hacia su persona.

Al abuso físico y sicológico se sumaba el abuso sexual perpetrado por los hombres jóvenes de la casa donde ella trabajaba. Y como si fuera poco, Oliveira no recibía ninguna remuneración.

“Yo comencé a recibir salario como trabajadora doméstica hasta que cumplí los 21 años”, comentó en una reunión paralela de la Conferencia de Examen de Durban en la sede de las Naciones Unidas en Ginebra.

“Antes de esa edad, el pago se me hacía con ropa usada y alimentos. No tenía derecho a vacaciones ni tenía ninguno de los derechos fundamentales de los trabajadores”, señaló.

Cuando Oliveira se enteró por la radio de las reuniones que hacían los trabajadores domésticos en Brasil para luchar por sus derechos, se convirtió en una líder de la lucha por los derechos de los afrodescendientes, las mujeres y los trabajadores domésticos.

«Casi la mitad de un millón de trabajadores domésticos en Brasil son niños y jóvenes entre 5 y 17 años de edad que trabajan como esclavos y sin remuneración», manifestó.

Khalid Hussain

Perteneciente a la minoría étnica de Bihari, los hablantes de urdu son el grupo más desfavorecido de Bangladesh porque no se les reconoce como ciudadanos en su propio país.

Ninguno de los bihari tienen acceso a ningún medio de supervivencia social, cultural o económica en la sociedad, por lo que son segregados y excluídos en todos los ámbitos sociales. Miles de biharis viven en campamentos públicos casi a la intemperie compartiendo los pocos servicios de drenaje y agua con los que cuentan.

El mayor campamento se encuentra en Ginebra y fue construido por el Comité Internacional de la Cruz Roja en 1971, donde habitan alrededor de 25.000 personas que viven en casas con un tamaño medio de unos 13 metros cuadrados habitadas por entre 5 y 8 personas. Hay 250 váteres públicos para todo el campamento.

Hussain recuerda cómo de niño era marginado hasta el punto de sentarse en filas separadas.

Khalid describió las extremas dificultades a las que se enfrentan los biharis para acceder al empleo y escapar de la pobreza. «No sólo se nos niegan todos los cargos gubernamentales sino que además, por tener nuestras direcciones en los campamentos y un estatus legal indefinido, la amplia discriminación en el mercado de trabajo sigue siendo una gran causa de preocupación».

«En consecuencia», afirmó, «la gran mayoría de los biharis se ven forzados a entrar en el sector informal y realizar trabajos como tirador de rickshaw, conductor, carnicero, barbero, mecánico y artesano».

En el año 2003 un grupo de biharis, Hussain entre ellos, desafiaron a la Comisión electoral para que los incluyeran como votantes. El Tribunal Supremo de Bangladesh dictamino que las personas que viven en los campamentos “son de Bangladesh” y por lo tanto tienen que ser considerados sujetos de derechos,

A pesar de este avance, Hussain considera que la situación de los biharis ha empeorado. «La intolerancia por parte de la sociedad civil dominante se ha incrementado. Ha habido muy poco interés por parte de las principales organizaciones de derechos humanos, los organismos de ayuda legal o las organizaciones de mujeres y niños… Las voces deben alzarse», dijo Hussain.

Shaymaa J. Kwegyir

Ella es la primer mujer miembro del parlamento tanzano que lucha por los derechos de las personas albinas en Tanzania.

En aquel país africano, el albinismo es considerado una maldición y miles de personas han sufrido amputaciones, violaciones y hasta han sido asesinados por sus propias familias, como pago por librarse del mal caído en la familia.

En muchas regiones, las manos, dedos y pies de las personas albinas son usadas por los videntes para atraer a la riqueza y la buena suerte.

Kwegyir era miembro de una familia con nueve hijos, de los cuales tres eran albinos. Sin embargo, sus padres nunca la discriminaron ni la abandonaron, como ocurre comunmente con estas personas, y logró estudiar.

Aunque no hay cifras exactas sobre el número de albinos que hay en Tanzania, el albinismo es más común en África que en el resto del mundo. Alrededor de 1 de cada 20,000 personas tienen albinismo, un trastorno genético que provoca la ausencia o la disminución significativa de la pigmentación en la piel, los ojos y el cabello.

En Tanzania muy pocos albinos logran continuar su educación después de la enseñanza primaria y tienen muy pocas oportunidades laborales. La incidencia de la pobreza entre los albinos, según Kwegyir, es alarmante.

La pobreza también les impide el acceso a la atención médica adecuada e incluso no tienen acceso a los medicamentos preventivos para el cáncer de piel, el cual es muy común entre los albinos, sobre todo en las regiones tropicales.

Con el apoyo de su familia, Kwegyir logró cursar la enseñanza secundaria e iniciar una carrera en el servicio civil a pesar de las burlas diarias de que era objeto en la calle. Por muchos años ha defendido el reconocimiento de los albinos y sus derechos en Tanzania, y el año pasado sus esfuerzos fueron reconocidos por el Presidente al designarla como miembro del parlamento.

Mariama Oumarou

Mairama Ouramou trabajó parte de su vida como esclava. Perteneciente a la comunidad “Negro Touareg” de Níger, desde una edad muy temprana trabajó como empleada doméstica. Pastoreaba a las cabras, recogía leña y se encarga de las tareas del hogar.

Tanto ella como su madre y su abuela trabajaban para el mismo maestro. Mariama de hecho pensó durante años que él era parte de su familia, hasta que fue creciendo y se dio cuenta de que las tareas que les mandaban eran diferentes de las tareas de otras chicas de su edad.

Insultada y golpeada con regularidad, fue vendida por su “maestro” a un hombre que ya tenía cuatro esposas, cuando ella era una niña.

Mariama pasó entonces a ser una esposa esclava “wahaya”, y se convertiría por tanto en una esclava doméstica y del sexo, hasta que la Asociación Timidria logró negociar su liberación en 2001, Mariama tan solo tenía 17 años.

Timidita y Anti-Slavery International estiman que unas 43 mil personas permanecen esclavizadas en Níger. Esto a pesar de la abolición de la esclavitud en 1960 y su prohibición en 1999.

Inmediatamente después de su liberación en 2001, Mariama expreso el deseo de aprender a leer y escribir, pero el precio de la educación adulta es cara, dijo en la Conferencia de examen de Durban.

Actualmente se gana la vida tejiendo alfombras que después vende en el mercado local.

Contenido relacionado

En el Día de la Cero Discriminación vamos a liberarnos de expresiones, actitudes y prejuicios

Mas Noticias