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Algunos de los platos más exóticos de la gastronomía internacional

Algunos de los platos o ingredientes más exóticos de la gastronomía internacional

Hagamos un recorrido por algunos de los alimentos más extraños que podemos encontrar en la gastronomía internacional

Hablar de ingredientes o platillos exóticos en la gastronomía internacional, en un país como México en el que nos comemos chapulines, rata de campo, alacranes o larvas de hormiga, podría parecer extraño o incongruente. Pero en esta entrega culinaria, quiero hacer un recorrido por algunos de los alimentos más extraños que podemos encontrar a lo largo del planeta y que, probablemente los mexicanos no nos atreveremos a degustar a la primera invitación. 

El Queso Prohibido

Proveniente de la isla de Cerdeña, el Casu Marzu (Queso Podrido) o queso gusano es el más tradicional de Italia y como su nombre lo indica, se elabora con larvas de gusano, teniendo una serie de efectos secundarios entre quienes lo consumen: vómitos, diarreas o fuertes dolores de estómago. Pero lo más delicado, es que el gusano llegue al intestino, sorteando los jugos gástricos y entonces comience a parasitar el cuerpo. Por lo mismo, su venta -más no su fabricación-, está prohibida en Europa. 

¿Cómo se hace esta muestra de gastronomía internacional? Resulta que las larvas de ‘la mosca del queso’ se introducen en su interior, causando entre otros efectos una alta fermentación y que la pasta del queso se reblandezca, segregando un líquido denominado ‘lágrima’. Por eso tiene su característico color amarillento y suave textura.

Además, las larvas de apenas ocho milímetros pueden brincar hasta quince centímetros, por lo que es mejor cubrirse los ojos en caso de comerlo, si no se es de las personas que no las hagan a un lado.

Jugo de ojo de borrego

Uno de los jugos de mayor tradición en Mongolia, aseguran que alivia la resaca, desde el siglo XII y se prepara con jugo de jitomate y vinagre, y un ojo en conserva de borrego flotando. Dicen que está lleno de vitaminas.

Caldo de Cardán

De origen boliviano, está hecho con pene de toro y es conocido por sus supuestas propiedades afrodisíacas, y efectos vigorizantes, sin faltar quien lo recomienda para combatir los dolores de espalda y articulaciones.

Conocido como el  “viagra de los andes”, esta muestra de gastronomía internacional es consumido por hombres y mujeres de toda edad, en el desayuno, principalmente después de las noches de parranda al asegurar que alivia la resaca y 

¿Por qué no lo llaman “caldo de pene”? Por la supuesta analogía entre la pieza mecánica en la base de los automóviles y el miembro del animal, “que es lo que le da fuerza al motor”. 

Para prepararlo, se deben cocinar por casi diez horas en enormes ollas, concentrándose así la taurina en el caldo, adquiriendo una cremosa consistencia en la que el pene del toro pasa inadvertido, al solo quedar pequeños trozos a la vista, y que se acompaña con pata de res, carne de pollo o de res, arroz y papa. 

Tarántula frita

Si como yo, padecen de aracnofobia, seguramente pasarán de largo con este platillo de Camboya en el que las tarántulas se sumergen en una mezcla de glutamato monosódico, azúcar y sal, para después freírse en aceite con ajo machacado hasta que las patas de este invertebrado están casi completamente tiesas, lo que significa que el contenido del abdomen no está demasiado líquido.

Dicen que tiene un sabor entre pollo, camarones y cangrejo, pero que más bien es insípido, con un contraste de texturas entre el crujiente exterior con el tierno interior. Las patas tienen poca carne, a diferencia del abdomen que contiene una pasta formada por órganos, posiblemente huevos, y excremento. 

Otro ejemplo de gastronomía internacional, las tarántulas han sido parte de la dieta camboyana por generaciones, principalmente por sus supuestas cualidades medicinales, pero su consumo se incrementó en la hambruna provocada por el régimen del Jemer Rojo, entre 1975 a 1979 y que le siguió una cruenta guerra civil.

Huevo Centenario 

Considerado una delicia china y servido como aperitivo, esta particularidad de la gastronomía internacional se elabora preservando un huevo de pato, gallina o codorniz en un entorno alcalino con cal viva, arcilla, cenizas, y otros minerales, por varias semanas o meses.

Conforme pasa el tiempo, la yema toma un color marrón con tonos verdosos, despidiendo un fuerte olor azufroso que recuerda al de un queso fuerte, mientras que la textura es gelatinosa. Suele servirse con raíz de jengibre, tofu, salsa de soja, aceite de sésamo o arroz cortado en pequeños dados y cocido con cerdo.

Se dice que se originó hace 600 años durante la dinastía Ming cuando alguien encontró huevos de pato en un charco de cal con agua, y también se le conoce como “huevo preservado”, “huevo de los mil años”, “huevo milenario” o “huevo de orina de caballo”, al tener la creencia de que se preparaba con orina del equino.

IPR

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