El Grito de Independencia fue un momento histórico que dio inicio al proceso de separación de España, sin embargo, hay detalles de este hecho que son dignos de mencionar
Como parte de la serie #HistoriasDeLaHistoria, el caricaturista Paco Calderón se refirió al Grito de Independencia. Al respecto comentó que hay muy pocos testimonios y que casi todo lo que se sabe es de lo que confesaron a punto de ser fusilados los cabecillas de la primera insurrección: Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo y lo que dicen es que el padre Hidalgo apuntó “señores, estamos perdidos, no nos queda de otra mas que ir a coger gachupines”. Refirió que se sabe que la arenga fue en la madrugada y que fue un toque de campana como de alarma, no como un llamado a misa.
Por su parte, el abogado e historiador José Manuel Villalpando, comentó que el día del Grito era domingo, día de plaza, por lo que había mucha gente reunida en el atrio montando sus puestos. Hidalgo se acercó a la iglesia y ordenó a su campanero que llamara a misa con repiques para que la gente se acercara.
Villalpando aclaró que no fue Hidalgo quien tocó la campana.
Al estar ya frente a la multitud -señala el abogado e historiador- Hidalgo les dijo algo que difícilmente nos dicen hoy en día: “mírense las caras hambrientas, los harapos, la triste condición en la que viven porque nosotros somos los verdaderos dueños de estas tierras”, y posteriormente gritó: “¡Viva la independencia, viva la libertad, viva Fernando VII y muera el mal gobierno!”
Mientras que al respecto, el escritor Francisco Martín Moreno comentó que hay muchas interpretaciones de muchos historiadores que dicen que Hidalgo no quería provocar una convulsión sino llevar una vida en paz.
Calderón señala que no está claro cuál fue la arenga pero lo que es cierto es que Hidalgo llamó a la población a las armas.
José Manuel Villalpando asegura que la gente se unió a Hidalgo por muchas razones, la más importante es que la gente veía en él a alguien que había dado todo por ellos, una muestra fue que gastó su riqueza personal pagando los impuestos de sus feligreses al gobierno español, salvándolos así de ser azotados en castigo por no pagarlos.
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