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Perro se queda esperando a su dueño que murió en el hospital

Güero, el perro que se quedó esperando a dueño que murió en el hospital, fue adoptado por el personal del nosocomio

Los lomitos son fieles compañeros de los humanos, incluso en los peores momentos. El Güero nunca se imagino que un accidente terminara con la vida de su dueño y hasta la fecha lo sigue esperando. Siempre regresa al lugar en el que vio a su dueño por última vez. 

Él es el Güero, un perrito que llegó al Hospital General de Rincón de Romos en agosto del año pasado, siguiendo una camioneta en la que su dueño fue trasladado de urgencia por unos vecinos.

Ana María Pizaña Muñoz, jefa de enseñanza, capacitación, investigación y calidad, dice: 

“Me percaté de que venía un perro detrás de la camioneta, casi con la lengua de fuera, muy cansado el perro, se paró cuando la camioneta se detuvo, bajaron al señor y el perro seguía al señor, suben al señor al área de choque por las condiciones en que venía y el perro de hecho entró detrás de él, por higiene y seguridad se sacó al perro afuera”.

El dueño llegó al hospital sin signos vitales, por lo que los médicos ya nada pudieron hacer.

Ana María Pizaña Muñoz, jefa de enseñanza, capacitación, investigación y calidad, agrega:

“El señor vivía solo, era un viejito de aproximadamente 67 años”.

El Güero se quedó esperando a que su dueño saliera del hospital, aguardó por días afuera, hasta que el mismo personal, al darse cuenta de que no se iba a mover de ahí, permitió que ingresara a la caseta de vigilancia y siguiera esperando, hasta que terminaron por adoptarlo.

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Ana María Pizaña Muñoz:

“Él está esperando a su dueño y de hecho lo espera porque él no entra más que al área donde se le permitió, donde él lo vio por última vez y espera”

El Güero sigue esperando afuera del área en donde fue la última vez que vio entrar a su dueño para juntos volver a su casa, pero no sucederá. En algunas ocasiones al Güero se le permite ingresar al área de choque donde estuvo su dueño.

Claudia Ramírez, doctora del hospital, expresa: 

“Entraba al área de choque, entraba, olfateaba, yo bajaba la camilla para que viera que no había nadie en la camilla y le decía, pues mira ya no hay nadie, olfateaba otra vez y se iba, entonces ya cuando salía yo lo abrazaba y le decía ya no está a quien esperas, pero aquí estamos todos, aquí te queremos todos”

Hoy el Güero se ha ganado el corazón de todos en el hospital, quienes se cooperan para alimentarlo y cuidarlo, incluso tiene su gafete como cualquier otro trabajador.

Claudia Ramírez:

“Es muy cariñoso conmigo, no le gusta que le dé besos, no le gusta que lo bañe”.

Ana María Pizaña Muñoz:

“De hecho, su gafete atrás vienen unas indicaciones donde dice que es parte del personal que tiene que ser cuidado y atendido y que si por alguna razón lo llegan a ver ahí tirado que hablen a los números, porque trae el número del hospital y que nosotros iremos por él”

El Güero forma parte de los vigilantes del hospital.

Juan de Dios Garcia, vigilante, lo corrobora: 

“Él nos acompaña donde quiera que andemos nosotros mismos, es el segundo guardia“

Después de hacer sus rondines, siempre regresa al mismo punto donde vio por última vez a su dueño, a quien seguirá esperando hasta la eternidad.

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