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Rafael Leónidas Trujillo, la siniestra fiesta del chivo

Entre las víctimas de Rafael Leónidas Trujillo se puede contar a las hermanas Mirabal, brutalmente asesinadas en 1960

Rafael Leónidas Trujillo Molina, conocido como “El Jefe” o “El Benefactor”, fue un militar y político de República Dominicana que nació un 24 de octubre de 1891.

Recordado por ser un presidente dictador del país caribeño desde 1930 hasta su asesinato en 1961, ejerció como generalísimo del ejército entre los periodos 1930-1938 y 1942-1952 y gobernó de forma indirecta durante los periodos 1938-1942 y 1952-1961, valiéndose de una serie de “presidentes títeres”.

Dando paso a la deliciosa novela “La fiesta del Chivo” de Mario Vargas Llosa, este siniestro y tiránico personaje dejó un legado de sangre y terror en sus 31 años de gobierno; lapso conocido como la “Era de Trujillo”.

Como otros dictadores hispanoamericanos, el gobierno de Trujillo se caracterizó por una consigna anticomunismo en el que la represión a toda oposición y el culto a la personalidad fue la tónica. Además que, los cuerpos del estado funcionaron acordes a sus intereses personales, acumulando una gran fortuna.

Entre los mayores recuerdos de los dominicanos está la inexistencia de las libertades civiles, así como las constantes violaciones a los derechos humanos; sometiendo a la isla a un estado de pánico, a través de una implacable mano dura.

En la novela de Vargas Llosa se puede ver cómo una muerte podía ser encubierta como “un desafortunado accidente” o desaparecer a los adversarios en cualquiera de las terroríficas cárceles clandestinas, en aras de restablecer el orden público del país; acumulando más de 50,000 muertos, como los miles asesinados en la Masacre del Perejil.

Entre sus víctimas también se puede contar a Jesús Galíndez, secuestrado y asesinado en 1956, o a las hermanas Mirabal, brutalmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960 y en cuya memoria la ONU instauró el Día Internacional de la NO Violencia contra la Mujer.

Una de las piedras angulares del régimen de Rafael Trujillo lo constituyó el culto a su persona; ejemplo de esto es que en 1936, a sugerencia de Mario Fermín Cabral, el Congreso aprobó cambiar el nombre de la capital Santo Domingo a Ciudad Trujillo o que por toda la geografía dominicana se erigieron en masa estatuas de él, además que los puentes y edificios públicos fueron rebautizados con su nombre.

Otro de los relatos célebres de la “Era de Trujillo” es el de cuando sus grotescos serviles tenían que mojarle “accidentalmente” los pantalones durante los cocteles con lo que tuvieran en la mano, una vez que su próstata enferma se hacía presente con una incómoda incontinencia urinaria; que además, le hacía mella en “su virilidad”.

Trujillo tuvo en contra varios gobiernos extranjeros opuestos a su dictadura, entre ellos Rómulo Betancourt de Venezuela, Juan José Arévalo de Guatemala, Ramón Grau San Martín de Cuba y Elie Lescot de Haití.

Histriónico y narcisista, Rafael Léonidas Trujilla fue asesinado el 30 de mayo de 1961 cuando el auto en el que viajaba en la carretera Santo Domingo – San Cristóbal fue ametrallado en una emboscada, recibiendo más de 60 impactos de balas de diversos calibres, de los cuales siete dieron en su cuerpo.

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