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El día que se logró el primer salto en paracaídas

El día que se logró el primer salto en paracaídas

El 22 de octubre de 1797, André Jacques Garnerin logró indiscutiblemente ser el primer humano que protagonizó saltos en paracaídas

El paracaídas es, como su nombre indica, un artefacto diseñado para frenar las caídas mediante la resistencia generada por él mismo al atravesar el aire.

Se utilizan más de las veces en algunas aeronaves que poseen una velocidad de aterrizaje muy elevada, en donde la pista no ofrece la suficiente superficie para que el vehículo se detenga de manera convencional.

También es usado en ciertos artefactos experimentales o en autos de carrera tipo dragsters. Asimismo, también están los individuales; usados tanto con fines recreativos, como para salvar vidas.

Respecto de este segundo tipo, el primer intento conocido de lanzarse en paracaídas tuvo lugar en Córdoba, España, en el año 852, con éxito parcial. Abbás Ibn Firnás, el hombre que saltó, sufrió algunas heridas al caer.

Asimismo, el uso del paracaídas fue sugerido por Leonardo da Vinci; y poco después por el humanista e ingeniero Fausto Verancio, autor del más antiguo precedente conocido de un paracaídas.

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Representado como “homo volans” en la estampa 38 de su obra de ingenios Machinae Novae, publicada hacia 1616, se desconocen sus méritos y si verdaderamente fue usado.

Más avanzado en la historia, el paracaídas tuvo muchos intentos fallidos. El primer paracaídas práctico fue inventado en 1783 por Louis-Sébastien Lenormand.

El aeronauta francés Jean Pierre Blanchard dejó caer un perro equipado con un paracaídas desde un globo en 1785, y en 1793 aseguró haber realizado el primer descenso humano con éxito utilizando un paracaídas.

Primer salto

Sin embargo, André Jacques Garnerin, también francés, el 22 de octubre de 1797, logró indiscutiblemente ser el primer humano que protagonizó saltos en paracaídas.

Atestiguado desde su globo de hidrógeno a 350 metros de altitud en París, su primer salto lo realizó ante miles de personas en el parque de Monceau.

El paracaídas de Garnerin estaba hecho de seda y tenía un poste de sostén que hacía que se viera como un enorme paraguas reforzado. Estando parado en una cesta en el extremo del poste.

 Era totalmente funcional, pero oscilaba violentamente, porque tenía orificios de ventilación, lo que permitía que el aire escapar por un lado y después por el otro.

Sin embargo de la rareza del artefacto, André Jacques Garnerin es considerado como el primer paracaidista de verdad, debido a que realizó numerosos saltos; entre ellos uno de 8000 pies de altura (aproximadamente 2430 metros) sobre Londres; con un paracaídas con campana de seda de unos 7 metros de diámetro.

Además, no sólo él saltó. Su esposa, Genevieve Labrosee, fue la primera mujer en saltar en paracaídas, en el año 1798. Su sobrina Elisa también lo hizo, y 40 veces, entre 1815 y 1836.

En 1804, el astrónomo Jerôme Lalande, que había sido testigo de los experimentos de Garnerin, ideó la válvula o abertura superior, con lo que consiguió reducir las oscilaciones.

En adelante, los paracaídas se convirtieron en un elemento habitual del equipamiento de los pasajeros de los globos aerostáticos.

Al principio de la I Guerra Mundial se utilizaron con cierto éxito, pero fueron sacados de primera línea por resultar, según las altas autoridades militares, poco varoniles y una opción rápida de salvación antes de intentar salvar el propio aparato.

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CAB

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